LA MAQUETA DEL TEMPLO DE CRISTO REY EN LA BASÍLICA DE SAN IGNACIO: MISTERIOS, TEORÍAS CONSPIRATIVAS Y HOMENAJE AL 'UT UNUM SINT'

 

La maqueta del Templo del Cristo Rey de Pandolfi, en una sala dedicada al autor y su obra. Fuente imagen: Webalice.it/salvapan.

Coordenadas: 41°53'56.8"N 12°28'47.0"E

Quienes tengan la oportunidad de visitar el magnífico edificio renacentista de la Iglesia Basilical de San Ignacio de Loyola en el Campo Marzio, ubicada en Vía del Caravita con la Vía di S. Ignazio de Roma, podrá encontrar cerca de la entrada en la primera capilla de la nave derecha, la consagrada a San Cristóforo (justo enfrente de ésta) y muy cercana a la de San Estanislao, una curiosa maqueta que se viene exponiendo allí desde hace un tiempo. Corresponde a lo que pareciera ser un megatemplo, perteneciente a un supuesto proyecto arquitectónico del que poco y nada se ha dicho oficialmente.

A pesar de las confusiones que pudiese generar la observación y la reseña correspondiente, sin embargo, es la miniatura de un templo que (aún) no existe, para un proyecto arquitectónico que tampoco es real (aún, quizás), y con un propósito profundo o simbología que nadie parece querer explicar en forma categórica y precisa, para que vayamos entendiendo este asunto.

En efecto, casi no existe información sobre ella en literatura y guías turísticas de Roma; ni siquiera hay mucho en la internet, ese espacio en donde tendemos a creer que todo lo que existe en el mundo real debe tener también su respectivo reflejo. Tampoco se explica demasiado de ella a los turistas que tomas las visitas guiadas gratuitas realizadas allí, en el sitio más importante y simbólico para la Compañía de Jesús en la capital italiana afuera de la los muros de la Ciudad del Vaticano. Casi parece deliberado tanto misterio alrededor de la pieza, en cierta forma.

Lo poco que se informa en el lugar sobre esta maqueta, dice que corresponde al maestro ebanista napolitano Vincenzo Pandolfi, nacido en 1905 en Pomigliano d'Arco y fallecido en 2005, y que corresponde a la propuesta artística y de diseño para un (imaginario) Templo de Cristo Rey; o más exactaente, el Tempio di Cristo Re.

Paldolfi, según la biografía publicada en un website de Iglesia Universal (Chiesa Universale, no olvidar este concepto), fue el mayor de seis hermanos y desde muy joven comenzó a interiorizarse en el arte del trabajo en madera, especializándose así en el oficio de la mueblería fina y artística de alta calidad desde los 14 años, con un taller independiente. Estudió dibujo artístico y arquitectónico, y luego fue aprendiz de otro maestro napolitano, combinando su actividad con íntimos intereses teológicos. Se casó con su amada Irene y tuvo cinco hijos. Algunas de sus obras han estado en iglesias, conventos romanos y hasta en el Vaticano, destacando por la gran calidad de los mismos. La Estatua de la Inmaculada en la plaza del mismo nombre en Pomigliano d'Arco, fue una donación suya para su ciudad natal.

Pandolfi comenzó a trabajar en el Templo del Cristo Rey cuando ya contaba con 70 años de edad, en 1975, empleado para ello diferentes tipos de maderas nobles y buscando dejar en él la impronta de toda una vida, ya experta en en el arte de la carpintería artística. Pudo concluirla recién a los 98 años, poco antes de su fallecimiento sucedido el 15 de abril de 2005.

Sin embargo, antes de estar terminada esta obra, en 1993 fue mostrada y obsequiada a Su Santidad Juan Pablo II, durante su visita pastoral a Diócesis de Nola, en Campania, mismo año en que la autoridad papal hizo publicar su  Catecismo Universal de la Iglesia Católica.

El artista, trabajando en la obra que ocuparía sus últimas dos décadas de vida. Fuente imagen: Webalice.it/salvapan.

Pandolfi presenta la obra (aún sin concluir) a Juan Pablo II, durante su gira pastoral de 1993. Fuente imagen: Webalice.it/salvapan.

Ubicación actual de la maqueta, expuesta al interior de la Basílica de San Ignacio en Roma. Atrás, se observa la Capilla de San Cristóforo.

De acuerdo a lo que se conoce de su inspiración para esta obra, el autor pretendía proponer con ella la acogida y bienvenida de todos los hombres bajo una misma y única Iglesia Cristiana, físicamente simbolizado en el Templo de Cristo Rey. Se trata de la aspiración a una religión unificada, representada por el templo de proporciones colosales que se retrata a escala en la maqueta.

Hablando de forma más técnica, la maqueta fue concebida bajo la máxima de pensamiento unificador de la Iglesia Universal, expresada como el principio del "Ut unum sint", que puede traducirse del latín como "para que (todos) sean uno".

El nombre de aquel fundamento es el mismo expresado también en la doctrina de la encíclica de Juan Pablo II titulada "Ut unum sint", justamente, publicada el 25 de mayo de 1995 y dirigida a afinar la relación de la Iglesia Católica con el mundo ecuménico. Su máxima aspiración era facilitar la unión de todos los cristianos, algo que se venía tratando ya desde el Concilio Vaticano II con el decreto titulado "Unitatis Redintegratio".

Para ser más claros, se enfatizaban en la mencionada encíclica la necesidad y los procedimientos para llevar adelante los diálogos interreligiosos y procurar los acercamientos entre todas las comunidades eclesiásticas, con instrucciones tan conciliadoras como ésta:

Son comunes las raíces y son semejantes, a pesar de las diferencias, las orientaciones que han inspirado en Occidente el desarrollo de la Iglesia católica y de las Iglesias y Comunidades surgidas de la Reforma. Por lo tanto, ellas poseen una característica occidental común. Las "divergencias" mencionadas antes, aunque importantes, no excluyen pues recíprocas influencias y aspectos complementarios.

La obra de la maqueta debía ser, pues, una recreación casi apoteósica de la observación cristiana unificada en el "Via, Verita e Vita" que proclamaba ser Cristo; es decir, "el camino, la verdad y la vida". El símbolo del templo gigantesco mostraba la aspiración del autor por dar con un camino para el fin de todas las guerras y la paz universal, la unión de todos los pueblos en uno, incluso entre los miembros de la fe no cristiana, según parece. Más exactamente dice allí, en un panel con la reseña en italiano (los destacados son originales):

La idea del maestro es aquella de reunir, acoger, unificar y orientar a todos los hombres de todas las confesiones y religiones del mundo en una sola gran iglesia, HACIA CRISTO: el único CAMINO, VERDAD Y VIDA.

Con un metro 80 de diámetro, la obra estaría construida en escala 1:200. Todo el conjunto está concebido con elementos eclécticos que pasan por el románico, neoclásico, bizantino, renacentista y detalles provenientes del gótico. Una gran cantidad de estatuas y recursos ornamentales o artísticos acompañan al diseño arquitectónico, desde la base hasta la corona. Llega a ser confuso reconocer sus formas generales si se mira la maqueta desde muy encima, debiendo retroceder unos pasos para poder comprender con mayor inteligencia sus líneas generales.

Representa la maqueta al templo circular con la lógica de los circos romanos, al que se le han adicionado cuatro torres-campanarios cardinales, con la máxima "Ut unum sint" inscrita en tres de ellas. Está montado sobre un nivel mayor de arcadas formando otro perímetro circular mayor rodeado de patios y plataformas en dos alturas. Entre el nivel de los muros colosales y la cúpula, hay una cornisa con más de 60 nichos con estatuas de mármol que representarían a la genealogía bíblica de Jesucristo.

El edificio continúa en la extraordinaria cúpula, iniciada por vanos-ventanas, una sobre cada nicho con las estatuas, y continúa hasta el remate de un mirador ciclópeo. Le sigue una esfera en representación del mundo, y un último nivel coronado por el Cristo Rey, que parece sostenido por arcángeles a alturas impensables en lo que debería ser su proporción real. Se acompaña todo por estatuas de los profetas bíblicos y los apóstoles.

El círculo periférico del nivel principal de este enorme templo en la maqueta, exteriormente, está rodeado por edificios religiosos correspondientes a algunos de los más famosos del mundo, en tamaño que sería proporcional a los verdaderos (¿o no?, me fue imposible confirmarlo), por lo que si así fuera, permiten tener una noción del tamaño sugerido para el Templo de Cristo Rey en la misma maqueta.

Entre dichos edificios, podemos reconocer la Catedral de San Basilio de Moscú, lo que parece ser la  Pagoda de la Flores de Cantón y la Basílica de Santa Sofía de Estambul, por ejemplo. Curiosamente, hay algunos espacios vacíos entre algunos de los templos, como si quedó pendiente que el autor pusiera allí otros que tuvo en consideración.

El interior del edificio principal en la maqueta no está siempre a la vista del público, pues se hace preciso desmontar la cúpula para poder observarlo. Sin embargo, por la escasa información difundida por la Iglesia, se sabe que adentro, justo en el centro, hay un altar en tres pisos dividido en un primer nivel cuatro órganos gigantes de tubos, un segundo nivel con enorme salón para celebraciones eucarísticas, y un tercer nivel para resguardo del Santísimo Sacramento y realización de ritos solemnes especiales. Los niveles concéntricos y perímetros de las naves, están dados por la distribución de columnas interiores.

Ante la falta de información disponible sobre buena parte de la naturaleza de este trabajo y su objetivo, algunos suponen que correspondería a la representación no del proyecto de un templo real de semejante tamaño (algo que parece descartable sólo por sus proporciones), sino al símbolo de la Iglesia Unificada que subyacería en los propósitos de la Compañía de Jesús de nuestros días. Como no podían faltar, también, hay algunas opiniones dispersas relacionando este asunto con influencias iluminatis y la masonería internacional.

En resumen, las creencias más críticas divulgadas para interpretar la maqueta de Pandolfi (de quien hay, también, poca información publicada), especulan que el objetivo de los jesuitas reflejado en dicho modelo de madera es la reunión de las principales religiones del mundo en una propuesta impostora y acomodaticia al propósito de unificación global, dándole un piso en la fe a tal proyecto conspirativo. Se produciría, de esta manera, una versión totalmente sincrética y universal, creada no en fundamento del dogma sino de la necesidad de conciliar religiones que han parecido inconciliables entre sí.

Dicho de otro modo, en ella se ofrecería un cristianismo asociativo y expansivo, bajo el concepto del "Ut unum sint" que inspira al Templo del Cristo Rey. Los suspicaces agregan que esto, en realidad, sería profundamente contrario al cristianismo, al asimilarlo hasta diluir su esencia en una propuesta nueva que lo alejará del pensamiento occidental y relacionarlo en una extrema amalgama "amistosa"  de interreligiosidad, doctrinariamente falsa para la interpretación y práctica de principios valóricos. Una Nueva Babilonia, a juicio de los creyentes más tradicionales.

Por supuesto, los que denuncian este maquiavélico supuesto plan expresado en la inspiración de fondo del Templo del Cristo Rey, aseguran encontrar en las Sagradas Escrituras advertencias que se ajustarían, a su juicio, con el mismo proyecto, como el Libro 2 de Tesalonicenses 2:3-4:

Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios.

También verían expuesta en la simbología de la maqueta, las mismas advertencias formuladas por Jesús en fuentes como Lucas 21:5-8:

Y a unos que decían del templo, que estaba adornado de hermosas piedras y dones, dijo: Estas cosas que veis, días vendrán que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida.

Y le preguntaron, diciendo: Maestro, ¿cuándo será esto? ¿y qué señal habrá cuando estas cosas hayan de comenzar a ser hechas?

El entonces dijo: Mirad, no seáis engañados; porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy; y, el tiempo está cerca: por tanto, no vayáis en pos de ellos.

Más aún, ciertos sitios de internet creen ver confirmado dicho propósito oscuro de los jesuitas simbolizado en el imaginario Templo del Cristo Rey, con la imagen controversial del Papa Francisco desde su elección hasta nuestros días: un discurso bonachón, adicto al ecumenismo, muy orientado a lo que la feligresía quiere oír, pero con agendas bastante diferentes a las ofrecidas, para los cristianos más conservadores, opuestas a su doctrina y priorizando los preceptos de un nuevo orden político mundial.

Por nuestra parte, sabemos que algunos dudan incluso de la identidad del Cristo que corona la parte más alta de la maqueta, además, pues su actitud y sus rasgos difieren notablemente de la iconografía tradicional cristiana, abriéndole campo a las especulaciones de que se trataría de otra deidad, acaso.

A su vez, los grupos protestantes no siempre han visto con buenos ojos el ecumenismo de estos principios, al seguir siendo el papa la cabeza de una pretendida Iglesia Universal, lo que en la práctica parece ser una estrategia de imposición político-administrativa del catolicismo, formalmente sobre todas las demás religiones cristianas.

Sobre este último punto, llama la atención también que sobre el más periférico de los círculos en la base del Templo de Cristo Rey, se hayan inscrito los nombres de los continentes, tutelados los santos protectores de cada uno y los nombres de los países, con suma de número de habitantes, pero en una extraña jerarquía en donde unos parecen quedar sometidos a la importancia de otro. Cuba, por ejemplo, aparece en el casillero donde se destaca a Perú, mientras que Chile en el de Argentina. Esto, por sí solo, ya ha generado otras sospechas entre los que gustan de teorías sobre conspiraciones y creen ver confirmadas sus desconfianzas.

No sabemos si las teorías controversiales sobre esta obra tengan alguna clase de asidero, pero, más allá de compartir o no la filosofía del  "Ut unum sint", sí podemos coincidir con los que consideran que la maqueta del Templo de Cristo Rey de Pandolfi en la Basílica de San Ignacio, resulta un testimonio indiscutible de los talentos y la experiencia del autor en el arte del ebanistería.

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