BASÍLICA DE MASSENZIO: LA MADRE INSPIRADORA DE LOS GRANDES TEMPLOS DE LA CIVILIZACIÓN OCCIDENTAL

 

Fotografía de las ruinas de la basílica, c. 1880 (Fuente: Flickr Alvaro de Alvariis).

Coordenadas: 41°53'30.94"N 12°29'17.78"E

Uno de los edificios en ruinas más atrayentes e impresionantes que pueden observarse en el Foro Romano, a pesar de no pertenecer originalmente él, es la majestuosa Basílica de Massenzio o Majencio, en sus primeros años conocida también como la Basílica Nova (Nueva). Es inconfundible por sus colosales dimensiones que lo hacen visible desde la mayor parte de este incomparable campo arqueológico de Roma, en un punto situado entre la esbelta Iglesia de Santos Cosme y Damián y la de Santa Francesca, a sólo 200 metros y algo más del Colosseo.

Con con sus vistosos tres arcos-naves mirando hacia el Sur-poniente y su ábside hacia la Vía dei Fori Imperiali, hubo ocasiones en que este majestuoso edificio fue usado para presentaciones al aire libre, por el lado interior en al Foro Romano. La competencia de lucha libre de los Juegos Olímpicos de Roma en 1960, tuvo lugar en un escenario dispuesto en este mismo sitio.

Lo más relevante, sin embargo, es que la impronta del modelo usado en él se expandió por el mundo con el cristianismo, de modo que podemos advertir su influencia generacional en prácticamente todas las grandes iglesias y catedrales a pesar de que, al ser inaugurado y puesto en uso, esta maravilla histórica era un laico edificio de carácter administrativo y judicial.

Reconstrucción de la basílica (romanoimpero.com). Incluye la planta.

Reconstrucción del edificio en póster "Roma Antica" (de "Roma la Citá Eterna").

ORÍGENES DE LA BASÍLICA

El enorme titán comenzó a ser levantado en el sector de la antigua Colle della Velia, en el año 306 ó 307 después de Cristo, durante el primer año de gobierno del Emperador Maxentius o Massenzio. Según la información aportada por excavaciones del lugar y por la observación del plano romano marmóreo "Forma Urbis Severiana" de principios del siglo III (del cercano Templo de la Paz), parte del lugar que ocupa había pertenecido antes a un complejo con tendales y bodegas del mercado Horrea Piperataria, surgido hacia los días del Emperador Diomiciano (años 81 a 96 después de Cristo).

La magnitud de la obra y algunos retrasos hicieron que la basílica sólo pudiese quedar terminada en el 312 ó 313, en los días en que acababa de imponerse militarmente ya la autoridad e investidura el Emperador Constantino, tras fallecer Maxentius herido y accidentado en el combate del Río Tévere. En esta situación, entonces, el edificio que había nacido en los últimos días del paganismo romano, era entregado a servicios ya en los albores del posicionamiento oficial del cristianismo en el imperio con el Edicto de Milán.

La basílica, como era tradicional en la Grecia y Roma antiguas, correspondía a un edificio público no de corte religioso como aquellos a los que asociamos hoy la denominación, precisamente porque el cristianismo fue adoptándolos como templos en el mismo período de transición al que pertenece ésta. El nombre de tal tipo de edificios proviene de concepto griego basiliké, que se traduce como "casa real", y por lo corriente era el palacio de los tribunales de cada ciudad.

Como otras basílicas romanas, entonces, la de Massenzio fue destinada también a albergar al poder judicial y los tribunales del trato comercial y de la prefectura urbana, llegando a ser la más importante de las sedes de este poder en Roma o, cuanto menos, una de las principales que existieron en la ciudad, reconociéndosela como la más grande y la última de las basílicas civiles romanas.

Los restos de la basílica en grabado del siglo XVIII. Atrás, se ve la Iglesia de Santa Francesca y, al fondo, el Colosseo.

Los arcos, c. 1900, vistos desde el Foro Romano (Fuente: imagoromae.com).

Vista del ábside en Vía dei Fori Imperiali, c. 1930

CARACTERÍSTICAS DEL EDIFICIO

Numéricamente hablando, la basílica tenía unos 100 metros de largo contando el atrio, por 65 metros de ancho (6.500 metros cuadrados). Constaba de una gran nave central con nichos gigantes y bóvedas, de 35 metros de altura, 80 metros de largo y 25 de ancho, y dos naves laterales de menor ancho, con unos 32 metros de altura. Sumado al nivel superior de los altos, el edificio alcanzaba unos 47 metros.

Las bóvedas tienen un diseño en cañón e interior de artesonado, con concavidades o casetones octogonales que aún se observan y que, además de servir de ornamento, reducían el material de la estructura  y el peso del cielo. Estas bóvedas distribuyen el peso por guresos muros contrafuertes, formando así una unidad principal del edificio. Entre cada uno de ellos, en lo alto de los intermedios de las bóvedas, aún se observan las ménsulas blancas que sostuvieron alguna vez a columnas corintias decorativas de mármol, de cerca de 15 metros de altura, sin grandes funciones estructurales. Abajo, quizás en épocas posteriores a su origen, se abrieron vanos y pasos para facilitar la circulación entre las naves.

Desde esta arquitectura central del edificio, se extendieron bóvedas menores y murallones por los costados, en el lugar donde actualmente se observan una especie de explanada frente al edificio y una línea plintos y restos de pilares ya desaparecidos, que formaron parte del frontispicio hacia el lado de la Vía Sacra, observándose la parcial simetría de los restos de su planta y basamento en las fotografías de vista aérea más que a nivel de suelo en el sitio mismo. Tras la entrada del narthex, además, existía un pasillo transversal con cinco arcos. Restos de muros laterales con secuencias de vanos en arco de medio punto y ventanas termales, dan una indicación de cómo debieron ser las caras de la fachada con arquerías.

A diferencia de los edificios de material pétreo canteado, en éste se priorizó un excelente trabajo de sólido enladrillado con hormigón, permitiendo prescindir del uso estructural del mármol u otra roca salvo para ornamentación, revestimiento y mampostería. Constantino le hizo agregar algunos elementos finales al proyecto tomado casi como un trofeo de su victoria en Roma. El traslado de la entrada principal al sector Sur en la Vía Sacra, desde el acceso original por el ábside del lado de la Vía dei Fori Imperiali, fue una de sus solicitudes de modificación de los planos, agregándole un pórtico de columnas y escalinatas para esta función. Por eso fue llamada también Basílica de Constantino o Constantiniana, nombre que muchas veces es el que prefieren los investigadores, arqueólogos e historiadores.

Aunque el revestimiento de mármol en los muros y la decoración original han desaparecido del edificio, se sabe que existió una cabecera o ábside lateral, entre dos columnas de mármol en el lado Oeste de la basílica, con una estatua colosal de Constantino El Grande, sentado en un trono, con 12 metros de altura, en un espacio que era parte de la misma sala de los tres nichos gigantes abovedados. Fabricada con mármol, bronce, ladrillo y madera, se cree que originalmente iba a ser una estatua dedicada al finado Massenzio, pero el orgulloso Constantino habría ordenado su modificación, incapaz de dejar pasar la ocasión de acariciar el ego. Los restos de esta escultura destruida en un saqueo y rescatada en el siglo XVI, fueron trasladados hasta el Palacio de los Conservadores en el Museo del Campidoglio, donde se encuentran hasta ahora. Es famosa la fotografía de un gato recostado entre los dedos del pie derecho de aquel coloso, en las postales turísticas de Roma.

Las columnas de mármol que existían desde los arranques de las bóvedas desaparecieron de este sitio destruidas por saqueos y por un gran terremoto, aunque a la última que quedaba en buen estado de ellas la hizo desmontar el Papa Pablo V para llevarla hasta la plaza del Templo de Santa María la Mayor, en 1613, donde aún se conserva imponente y altiva. Se cuenta que debieron ser usados 60 caballos para arrastrarla hasta su definitiva ubicación en la ciudad.

INFLUENCIA SOBRE LA ARQUITECTURA RELIGIOSA

El tipo de arquitectura de la basílica era novedoso en su origen, comparado con otras edificaciones de la misma época y funciones. Su modelo base de naves distribuidas en una principal y dos laterales, además del cielo abovedado del edificio y el ábside que quedó como entrada trasera del antiguo edificio con aspecto de medio silo contra el gran muro posterior, son rasgos que han tenido un perpetuo eco en el diseño y planta de las grandes iglesias cristianas, especialmente las católicas, por lo que la Basílica de Massenzio marca un referente fundamental y un punto de inicio en la historia de las construcciones religiosa occidentales.

Esta influencia arquitectónica parte no sólo cuando la basílica comenzó a ser incorporada y usada en la liturgia cristiana dejando atrás sus servicios de administración pública, sino también cuando empezaron a imitarse sus líneas en los primeros grandes templos levantados con el mismo propósito, como fueron las fases iniciales de las basílicas de San Juan de Letrán (Laterano), San Pedro en el Vaticano, San Pablo de Extramuros y Santa María la Mayor.

También fue novedosa e imitada la Basílica de Massenzio por la presentación de un frontispicio en el mismo estilo y estructura que en el interior, a diferencia de los edificios antiguos cuyo frente eran sólo columnatas monumentales, como se observa en el Templo de Adriano y en el Panteón. Sin embargo, ese mismo interior guarda cierta semejanza no casual con los grandes salones y de baños y frigidariums que después fueron usados también como iglesias cristianas, como sucedió con Basílica de Santa Maria degli Angeli al ocupar las antiguas Termas de Diocleciano, que parecen haber sido una influencia arquitectónica para el edificio que nos ocupa.

Después de tantos años de envejecimiento, posterior abandono y de grades terremotos como el de 1349 (que derrumbó las bóvedas centrales y las columnas) y el de 1703, de la Basílica de Massenzio hoy se conserva principalmente la estructura de murallones y cierre de las bóvedas al Norte de lo que fue el edificio, con una cabecera tras la nave central haciendo borde en la Vía dei Fori Imperiali. Por muchos años, mientras permaneció silente y abandonado, se le llamó Templum Urbis e incluso hubo ciertas dudas sobre su identidad, hasta el siglo XIX, cuando se realizan grandes excavaciones y se modifica un poco el acceso a las ruinas, nivelando con escalas y gradas las diferencias del terreno. En algunos grabados antiguos aparece incluso con abundante vegetación creciéndole encima, antes de ser intervenida en favor de su coservación.

Actualmente, la basílica está siendo sometida a un minucioso proceso de restauración y mejoramiento, deuda nada menor con uno de los edificios que más influencia arquitectónica e institucional ha tenido en la civilización de Occidente.

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