EN EL MISMO CAMINO DE LA GUERRA Y DEL AMOR: EL PUENTE MILVIO O EL VERDADERO PRIMER 'PUENTE DE LOS CANDADOS'

 

Grabado del Puente Milvio, de Giovanni Battista Piranesi, siglo XVIII.

Coordenadas: 41°56'7.47"N 12°28'1.03"E

El Puente Milvio es, reconocidamente, uno de los más importantes de la historia romana, además de ser una de las pasarelas peatonales que más turistas atrae sobre el río Tévere (Tíber). Conocido popularmente también como el Puente de los Candados o Puente de los Enamorados de Roma, quizás una visita a esta ciudad no quede completa sin una pasada por su elegante portal y una caminata por su luz.

Ubicado al Norte de la ciudad, entre los puentes Duca d'Aosta y Flaminio, mide unos 170 metros aproximadamente y conecta sobre el río las vías de Piazzale Cardinale Consalvi y Piazzale di Ponte Milvio. Ha tenido varias etapas y reconstrucciones, partiendo por un período inicial en que sólo fue un puente con factura de madera levantado hacia el año 207 ó 206 antes de Cristo por el Cónsul Gaius Claudius Nero, a lo largo de las antiguas vías Flaminia y Cassia. La primera mención que se conoce del puente aparece en las crónicas de la segunda guerra púnica, tras derrotar los romanos a los cartagineses en la Batalla de Metaurus y regresar a la capital pasando por él, en el año 207 antes de Cristo, por lo que se lo supone construido durante el conflicto o inmediatamente después de este.

Su nombre parece provenir de la época de su segundo constructor el censor Marco Emilio Scauro, entre los años 109 y 110 antes de Cristo, aunque aludiendo al apellido del primero de ellos: Mulvius, miembro del clan familiar de este apellido (gens Mulvia). Fue identificado por corrupción fonética como Ponte Mollo y Ponte Molle, traducible como Puente Suave, aunque se cree que los romanos le llamaban así por alguna relación con el hecho de que era el primero de los puentes de Tévere en inundarse cuando había crecidas del río (todavía se usaba en el siglo XIX este nombre). Scauro lo reconstruyó en roca, principalmente con bloques de travertino y peperino, segunda versión del puente de la se mantienen las bases de los cuatro pilares principales que sostienen la estructura pues tenía a la sazón sólo tres arcos.

Grabado del Puente Milvio, en grabado antiguo.

El Puente Milvio después de ser parcialmente destruido por Garibaldi, en 1849.

El puente en la actualidad, con todos sus arcos.

Vista del acceso Norte del puente.

El puente sería escenario de importantes episodios militares de la historia romana, partiendo por el gran triunfo del Emperador Constantino sobre los ejércitos pretorianos de Majencio o Massenzio, "El Usurpador", el 28 de octubre del año 312, durante la sangrienta Batalla del Puente Milvio que se libró precisamente sobre este paso y el sector de Saxa Rubra. El puente era la conexión que tenía la Vía Flaminia con la ciudad, por lo que su ubicación fue estratégica para defensa de la misma. Fue ésta la famosa victoria que se le anunció a Constantino I con la aparición de una gran cruz (crismón) en el cielo portando la proclama: "In hoc signo vinces" ("Por este signo vencerás"). Incluso debió reconstruir parte del puente que estaba inutilizada y levantar otro menor para poder asediar la ciudad, obligando a Majencio a atrincherarse en la capital tras ser vencido en el Tíber, donde el soberano derrotado finalmente pereció ahogado, según se cree. La entrada triunfal de Constantino el Grande a Roma fue, entonces, por este paso.

Habría un alcance controversial sobre el triunfo de Constantino en el Milvio, sin embargo: además de la disolución de los pretorianos reducidos a funciones civiles, el Senado de Roma hizo colocar después de la victoria un arco memorial conmemorativo de la batalla, pero con el detalle de agradecer al Sol Invictus por el mismo y no a Jesús o la deidad cristiana, lo que revela el estado transicional en que se hallaba la historia teológica romana, entre el culto solar pagano y las raíces paleocristianas. La victoria y sus connotaciones habrían sido posteriormente "cristianizadas" por escritores como Lactancio. Milvio marca, entonces, el fin de la era de las persecuciones y el tramo final del cristianismo tras el Edicto de Milán, en su camino a convertirse en religión oficial de Roma.

Por otro lado, se ha asegurado que la ubicación del puente siempre ha sido la misma, pero hay opiniones de que podría haber variado en las reconstrucciones, fundamentalmente con relación a la primera de sus versiones, ya que se sabe que mantiene aún los arranques de las versiones siguientes de piedra. Según notas y testimonios que recoge en el siglo XVIII el reeditor madrileño de "La conjuración de Catilina y la Guerra de Jugurta" del cronista romano Cayo Salustio Crispo, "el verdadero Puente Milvio estuvo sobre unos frogones, que se ven encima del actual puente, a un tiro de piedra de él".

Vista de la superficie y los pretiles del puente.

Torre-arco Valadier, en la entrada Norte.

Arco de acceso, visto hacia el Norte. Al fondo, Iglesia de la Madre de Dios.

Vista desde el acceso Sur.

Ya en tiempos de la Edad Media, un sacerdote llamado Acuzio hizo remodelar y mejorar el puente, pero de todos modos siguió deteriorándose y amenazando con desplomarse, por lo que el Papa Martín V ordenó restaurarlo y reforzarlo en el año 1429, encargando los trabajos a Francesco da Genazzano. Pocos años después, según información dispuesta en paneles del mismo puente, durante el papado de Nicolás V (1447-1455) se encargó a Tomasso Parentucelli reconstruir la torre-portal del acceso Norte, usando la antigua torre perteneciente al Templo de Aureliano del siglo III. Este edificio conocido como la Base Tripizzone, era distinto al actual, más parecido a una fortificación pequeña e incluso con balaustras protectoras, y su función era reforzar la defensa militar en la entrada estratégica a la ciudad que representaba el puente, a sólo una milla del centro de la ciudad. En 1458 se retiran los restos de madera que quedaban en la estructura del puente. También existía una pequeña caseta de vigilancia cerca del otro extremo, que aparece retratada en cuadros y grabados de esos siglos, como una interesante pintura de Gaspar van Wittel hecha hacia el 1700.

Hubo nuevas intervenciones en el siglo XVIII, pero durante el pontificado de Pío VII (1800-1823),  se contrató a Giorgo Charamonti para iniciar en 1805 trabajos de remodelación del puente de arcos, usando diseños de Giuseppe Valadier. La intervención fue muy radical y cambió totalmente el aspecto del puente, dándole la base del aspecto general que aún conserva. Su entrada triunfal o Torre Valadier, al Norte, fue rehecha en estilo neoclásico por Domenico Pigiani y aún conserva en su altura la placa conmemorativa de la obra de Pío VII. También se agregaron los arcos de piedra de los extremos, en reemplazo definitivo a los accesos levadizos de madera que se usaban hasta entonces en el puente.

No obstante, el Puente Milvio debió ser reconstruido una vez más cuando los ejércitos de Giuseppe Garibaldi destruyeron toda su pasarela para dificultar el avance francés de las fuerzas del General Nicolás Oudinot, en la batalla del 13 de mayo de 1849. El Papa Pío X (1846-1878) debió ordenar su reconstrucción al año siguiente, encargando las obras a G. M. Mastai Ferreti. Una placa conmemorativa recuerda bajo el arco triunfal la epopeya allí lograda por Garibaldi.

El puente actual es una sólida obra con suelo de adoquines y antiguos faroles de iluminación a cada lado, en sus pretiles. Ya quedó atrás la época en que pasaba por él el servicio de tranvías, no conservándose ni siquiera las vías que ocuparon los carros. Su torre da forma a un arco con artesonado y placas conmemorativas, antecedida por dos estatuas de inspiración clásica. Al otro extremo del puente, también a ambos lados del acceso, se encuentran aún las estatuas que ordenó poner Pío X: de la Virgen de la Inmaculada Concepción hecha por Domenico Pigiani, y de San Giovanni Nepomuceno, de Francesco Mochi y que ya existía desde antes de agregar las demás esculturas. Había antes una representación del Bautismo de Jesús en la entrada Sur, pero fue trasladada al Museo de Roma en el Palazzo Braschi.

Estatua del acceso Norte.

Estatua y bancas del acceso Norte.

Estatua de la Inmaculada Concepción, acceso Sur.

Estatua de San Giovanni Nepomuceno, también en el acceso Sur.

Se han colocado cadenas y vallas para dificultar que algunos imprudentes se metan con motocicletas al puente, reservado exclusivamente al paso peatonal y en bicicletas al que fue destinado en 1978, pues el tránsito motorizado es desviado al Puente Flaminio, enorme obra concluida en 1951. Los bajos del puente están habitados por algunos murciélagos insectívoros que asoman durante las tardes y parte de las noches. Dicen que antaño se podía pescar desde el puente y las vías peatonales que van junto al río, pasando bajo los primeros arcos de la misma estructura, aunque no tengo certeza de este dato. Desde el año 2003, además, luego de la primera celebración de la llamada "Noche en Blanco" en Roma, su torre con arco triunfal cuenta con una elegante iluminación nocturna instalada por el artista Fabrizio Crisafulli.

Una característica nueva que ha vuelto aún más internacional al Puente Milvio, sin embargo, es la gran cantidad de candados que parejas colocan en sus estructuras para juramentos de amor. Tal como se imita en varias otras partes del mundo (en Chile, por ejemplo, con el caso del Puente Racamalac de Santiago), la curiosa costumbre proviene de la novela romántica "Ho voglia di te" ("Tengo ganas de ti") del italiano Federico Moccia (2006), posteriormente llevada al cine (2012), donde un personaje colocaba un candado con juramentos de amor eterno a su amada precisamente en el Milvio de Roma, arrojando la llave al río. No tengo una versión clara de si Moccia plasmó en su argumento algo que ya se perfilaba como tradición o si bien creó este rito, pero el caso es que el Milvio fue el lugar más romántico que el autor escogió en la capital misma del romanticismo. Según ciertos testimonios que he conocido, pudo haber existido desde antes la tradición de que las parejas que se comprometían en el puente aseguraban una relación estable y perpetua, pacto ahora simbolizado en el candado.

Tal llegó a ser la cantidad de candados acumulados en los pretiles, faroles y encadenados del puente que las autoridades debieron retirar cientos de kilos de estos mismos desde sus estructuras, luego que en el año 2007 cayera parte de los postes de iluminación colapsados por el peso, obligando a reforzarlo con barras y cables de acero para que allí fueran colocadas estas piezas hasta el año 2012, cuando fueron removidos masivamente. Sin embargo, el puente no ha tardado en comenzar a llenarse otra vez de candados de todo tipo y variedades en lo que ya parece una irrenunciable tradición, al punto de que es posible encontrar en el mismo lugar a insistentes y majaderos inmigrantes vendiendo estas piezas que siguen apoderándose de cada rincón del puente donde es posible colocar un candado con el juramento de amor respectivo.

Vista del Puente Milvio, desde el Duca d'Aosta.

Farol de diseño renacentista y pretil del puente.

Detalle de los candados en el farol.

Los candados, regresando al Puente Milvio.

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