EL PUENTE DUCA D'AOSTA: PRESENCIAS Y HERENCIAS DEL URBANISMO DE LA ITALIA FASCISTA

 

Imagen fotográfica del puente en postal turística de los años 50. Al fondo, se observa el Obelisco de Mussolini y los campos deportivos del Foro Itálico, donde se ubicará el futuro Estadio Olímpico.

Coordenadas: 41°55'52.00"N 12°27'38.80"E

Por más que se pretenda haber unificado ya el discurso entre los italianos sobre su propio pasado más reciente y discutido, las huellas de Benito Mussolini y el fascismo están por todos lados en la ciudad de Roma, en algunos sitios tan evidentemente que los intentos por contrarrestar la potencia de sus presencias (sin tener que recurrir a la negación más tosca o destructora) no han logrado ser del todo eficaces. Manteniendo las proporciones, así como algunos chilenos aún en no han logrado fumar la pipa de la paz con las huellas del primer período de Carlos Ibáñez del Campo, en la ciudad romana quizás muchos ya hayan tenido que resignarse sólo a medias con el hecho de convivir con el volumen y la impronta de los años fascisti en Italia, cuyo legado visible resulta especialmente palpable en el neo-monumentalidad y la grandeza de las obras públicas ejecutadas bajo la bandera de progreso que quiso ostentar el Duce ante el resto del mundo.

Un caso como el descrito es el relacionado con el Ponte Duca d'Aosta (Puente del Duque de Aosta), singular paso vehicular y peatonal que cruza el Río Tevere (Tíber) conectando la vía de la  Lungotevere Maresciallo Cadorna y la Piazza Lauro de Bosis con la Lungotevere Flaminio y las plazas de Ammiraglio Thaon di Revel, justo entre los barrios distritales de Flaminio y Della Vittoria. Ubicado entre dos puentes peatonales, el de la Música de Armando Travajoli y el Milvio, resulta altamente funcional para el tránsito vehicular y la locomoción colectiva en este sector de la ciudad.

Corresponde a un puente blanco de hormigón armado, iluminado originalmente con luz de mercurio. Mide 222 metros de largo y 30 metros de ancho, con luz recta horizontal y aceras de 3.9 metros de ancho, dispuestas sobre una estructura de arco parabólico central de 100 metros sobre el río, sostenido por costillas interiores de altura variable y con dos arcos menores laterales y secos. Su palidez la da una cobertura general de roca travertino de Tivoli, y destacan sus accesos al estar rematados por cuatro torretas ornamentales superiores (a pares, en cada lado) con artísticos relieves recreando alegorías históricas militares de las que ya veremos más.

Hay un aire romántico y bohemio en este sitio a pesar del rasgo militar, no sólo por sus postales de iluminación en la noche romana o los paseos en botes por las aguas verdosas del río, pasando bajo su arco. El puente aparece en la película "Ladri di biciclette" ("Ladrones de Bicicletas") de Vittorio de Sica, de 1948, con los entonces debutantes actores Lamberto Maggiorani y Enzo Staiola, y también en el filme "Mamma mia, che impressione!" de Roberto Savarese, de 1951, con el primer gran papel protagónico de Alberto Sordi. Y hoy, saliendo por él frente hacia la Piazza Lauro de Bosis, se encuentra a la derecha una serie de pintorescos locales de cafés, bares y expendios de comida que bordean por algunos metros la avenida costanera. Además, posee escalinatas en sus inicios para descenso a la ribera y a la Vía Capoprati (en el caso del acceso por Maresciallo Cadorna), pues la callejuela pasa bajo estructura, por el arco seco.

Su origen se debe a un proyecto del gobierno fascista surgido en los años previos a la Segunda Guerra Mundial y para dar los accesos monumentales a la ciudadela olímpica del Foto Itálico, del arquitecto Enrico del Debbio, quien calculó la necesidad de este puente estableciendo incluso el eje y su posición precisa, frente al Obelisco de Mussolini de mármol traído desde Carrara en 1928 y erigido en 1932.

Se llamó a concurso en 1935, ganándole a otras 17 propuestas el eximio arquitecto italiano Vincenzo Fasolo, el mismo autor del  Stadio della Vittoria de Bari. Las obras comenzaron al año siguiente, previo contrato con la Casa Aurelio Aureli de Fasolo para la construcción del majestuosos paso en donde antes habían existido unos pozones de la vega del río frecuentados por pescadores de agua dulce o fiumaroli del Tevere, ya prácticamente extintos. Los cálculos y aspectos más técnicos, en tanto, pertenecían al ingeniero Antonio Martinelli, por lo que algunas fuentes se refieren a este proyecto del puente como la propuesta Fasolo-Martinelli o incluso Aureli-Fasolo-Martinelli. Existe un video propagandístico de 1937 mostrando ya entonces los avances en la construcción del puente, en un corto filmado por el cinematógrafo Giornale Luce (verlo en el siguiente enlace: https://youtu.be/2TUHFVnEMKo).

Las esculturas en relieve de los pilares en los extremos, en tanto, representan batallas italianas de la Gran Guerra en los ríos Isonzo, Tagliamento, Sile y Adige. Algunas son obras del escultor toscano Vico Consorti, como lo señalan algunas pero fuentes dándolo erróneamente por único en estas labores, porque también participaron del trabajo sus colegas Oddo Aliventi (como se confirma observando las firmas de los relieves en la entrada, por el lado de Lungotevere Flaminio), Ercole Drei y Domenico Ponzi, quienes estuvieron muy relacionados con la obra artística monumental del régimen fascista.

Las guías turísticas no se ponen de acuerdo, sin embargo, en si el material de los relieves escultóricos es mármol o travertino albo. Y en una de ellas se lee una conocida máxima mussoliniana acompañando la imagen, que puede sonar familiar a algunos hispanoamericanos: "È Meglio vivere un giorno da leone che cent'anni da pecora", la que siendo traducible como "Es mejor vivir un día como león que cien años como oveja", en otras épocas trató de ser apropiada con distintas versiones y variaciones por ciertos imitadores del fascismo original en países sudamericanos o bien por sus partidarios.

El puente fue bautizado Duca d'Aosta en homenaje al general genovés Manuel Filiberto de Saboya-Aosta (1869-1931), Príncipe de la Casa de Saboya, héroe del Tercer Ejército en la Primera Guerra Mundial y Duque de Aosta, nombrado Mariscal de Italia por Mussolini en 1926.

El elegante Ponte Duca d'Aosta fue terminado y puesto en servicio el 4 de marzo de 1939, según el sitio web de Roma Città Eterna. Es el mismo año señalado por Marcella Morlacchi en su "Roma il colore e la città", mientras que otras fuentes indican que sólo en 1942 quedó totalmente concluido (como Anna Faresin en "Architettura in calcestruzzo" y Franco Cordelli en "Vacanze romane"), no obstante que en el folleto titulado "Ponte Duca D'Aosta sul Tevere", de la firma Aureli y con ilustraciones de Raffaele Baldi, ya se ve que estaba prácticamente listo en 1939. Además, los periódicos de la época habían empezado a anunciar la proximidad de la inauguración del puente hacia noviembre de 1938.

No ha cambiado mucho este lugar desde entonces, salvo por su actual carpeta de asfalto de la superficie, algunas intervenciones en la iluminación y electricidad de la parte superior de los cuatro pilares, detalles para restauración de la roca de sus pretiles y las vías menores que pasan bajo el mismo bordeando al Tevere. Por supuesto, aún conserva su cariz y estilo de clasificación un tanto dudosa, entre el racionalismo más funcionalista y la monumentalidad del art decó apelado ya bajo el prisma creativo de las escuelas más modernas del urbanismo.

Como sucede en muchas otras obras públicas del período entreguerras y del fascismo, el puente no es una unidad aislada en el urbanismo: por el contrario, se refuerza en su carácter y ubicación el hecho de que forma parte del gran Foro Itálico y sus complejos deportivos, al que se accede por la Piazza Lauro de Bosis. Por eso frente a él, avanzando desde el lado Este, se puede ver gallardamente erigido el Obelisco de Mussolini, ya que el puente tiene una alineación perfecta con este monumento, disposición que fue pensada y propuesta en su momento por Debbio. Es, en otras palabras, una parte misma del sistema de urbanismo y de inmuebles de la ciudadela de los campos olímpicos; concebido, diseñado e inteligentemente integrado al todo.

Para las espectaculares obras que completan el conjunto allí en esos campos olímpicos y casi en los deslindes del barrio distrital Quartiere della Vittoria, intentaré reservar entradas propias para el futuro.

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