CRIPTAS Y CALABOZOS SUBTERRÁNEOS EN VÍA LATA: EL LUGAR DEL CAUTIVERIO DE SAN PABLO EN ROMA

 

Coordenadas:  41°53'53.41"N 12°28'53.36"E

La Vía del Corso, que nace hacia el año 220 antes de Cristo, antaño era denominada como la Vía Lata, traducible como Camino Ancho. Este último nombre fue referencia para la denominación de muchos de los puntos en los que, a lo largo de todo el trayecto de la calle, la historia cobijó muchos centros, templos, palacios y complejos importantes de la ciudad desde la Puerta y la Plaza de Popolo hasta su desembocadura sobre la Plaza Venecia y el antiguo Foro Romano. Uno de ellos correspondía al pórtico de un antiguo edificio con subterráneos o criptas que fueron objeto de veneración y devoción, por ser considerados una conexión directa con el nacimiento del cristianismo y con los propios tiempos de Jesucristo.

Hoy en día, esta cripta ubicada bajo la Iglesia de Santa María de Vïa Lata, en el número 306 de la Vía del Corso junto al cruce con la Vía dei Santi Apostoli (sólo dos cuadras antes de llegar a la Plaza Venecia),  mantiene ese aire propio de las catacumbas y galerías subterráneas romanas, ocupando gran parte del subsuelo del templo.

En el ingreso principal a la cripta hay una inscripción sobre roca empotrada que saluda, originalmente en latín, con el siguiente mensaje: "Oratorio de San Pablo Apóstol, de Lucas Evangelista y de Marcial Mártir". Al descender se llega a un espacio cuyas distintas etapas históricas parecen reflejadas en su aspecto: pisos de mármol o losetas, contrastado con otros más rústicos de tierra o roca bruta tallada. Se pasa por muros de piedra o de enladrillado romano, con portales en unos casos o simples grietas abiertas sin sofisticación en otros.

El gran atractivo de estas galerías es que se cree que fueron el lugar del cautiverio subterráneo de Saulo de Tarso, más conocido hoy como San Pablo, "El Apóstol de los Gentiles", durante los años en que estuvo vigente la orden de arresto domiciliario dictada para el desarrollo del juicio romano en su contra. Se pueden hacer visitas al interior de la misma por una pequeña suma de dinero y no es raro que lleguen grupos con guías de agencias de turistas ansiosos de conocer semejante sitio bajo el suelo romano.

Éste sería, en teoría, el sitio mencionado por las sagradas escrituras para presidio de San Pablo, particularmente en el libro de "Hechos" 28: 30-31:

Y Pablo permaneció dos años enteros en una casa alquilada, y recibía a todos los que a él venían, predicando el reino de Dios y enseñando acerca del Señor Jesucristo, abiertamente y sin impedimento.

Según el mismo libro, en 28: 16-17, cuando Pablo y sus amigos habían llegado detenidos desde Jerusalén a Roma, un centurión romano los había entregado al prefecto militar, pero a Pablo se le permitió vivir aparte y con un soldado como custodio y carcelero. Este sitio en la Vía del Corso correspondería a ese lugar y al mismo en donde predicó su inocencia a los principales judíos de Roma, a quienes había llamado para explicar su situación y sus cargos. Se asegura en la leyenda la posibilidad, inclusive, de que también fuera lugar de morada de San Lucas y hospitalidad de San Pedro, aunque la estadía de éste en Roma se basa más en creencias que en hechos históricos o documentos (como las cartas de Pablo, por ejemplo).

En su trabajo "Viaje de España, Francia e Italia" de Nicolás de la Cruz y Bahamonde, el militar chileno que fuera tutor de don Bernardo O'Higgins en Europa, cuenta lo siguiente sobre este sitio en 1807:

La Iglesia de Santa María, in Vía Lata, se cree erigida en el mismo sitio donde habitaron San Pedro, San Pablo, San Lucas, San Marcos, San Apolinar y San Marcial. Este lugar se halla al presente bajo de la iglesia, y forma un oratorio con el nombre de San Pablo y San Marcial; se desciende con una cómoda escalera. Aquí bautizó San Pablo multitud de gentiles, que se convirtieron a la fe, haciendo nacer el agua milagrosamente, que aún se conserva. Hay un bajo-relieve que representa la memoria de dichos santos.

El escritor de teología gallego Urbano Ferreiroa, agregará después en "La Transformación de la Roma pagana estudiada en la Roma actual", Publicado en Barcelona en 1881:

No lejos de San Marcelo está Santa María in vía Lata, nombre que la vía Flaminia tomaba cerca de los arcos del agua Virgo, desde los pórticos llamados Septa Julia hasta la puerta Ratumena.

La iglesia de Santa María in Vía Lata es antiquísima, pues ya existía en tiempos de san Silvestre con un monasterio anejo, llamado de San Ciriaco. Y según piadosa tradición, habitó san Pablo en este lugar, cuando fue enviado a Roma bajo la custodia del centurión Julio (...)

(...) no cesó san Pablo de predicar la palabra de Dios, y hasta convirtió a su guardián el soldado Marcial el cual envió a las Galias, y fue luego obispo de Limoges.

El portugués Teixeira de Pascoaes, por su parte, en el libro "San Pablo" de 1934, informa sobre este cautiverio:

Pablo alquila entonces un piso en los alrededores del Campo Pretoriano, en el lugar que hoy ocupa, según dicen, la iglesia de Santa María in Vía Lata. Se instaló allí (con Timoteo y Lucas)  vigilado por un centinela, pero pudiendo recibir a los amigos. Su primer deseo es hablar a los judíos principales de la Sinagoga, fundada el año 160 antes de Cristo, y organizada a la manera de los colegios.

Sin embargo, la tradición y las creencias expresadas en las anteriores citas, de que acá estuvo el célebre personaje bíblico, entran en conflicto con otra que señala que el único o principal lugar de cautiverio de Saulo de Tarso habría sido el ocupado actualmente por la Iglesia del Diácono San Pablo en la Regola (San Paolo alla Regola), en otro sector de Roma más cercano al río Tévere y la Isla Tiberina. Esta contradicción entre ambos relatos no parece perturbar mucho a quienes siguen convencidos de la estadía de Pablo en este sitio exacto de Vía del Corso, antes de ser derivado con San Pero hasta la Cárcel Marmertina y su lugar de ejecución.

Las ruinas bajo las cuales se encontraban las galerías, según grabado de Giovanni Battista Piranesi en el siglo XVIII. Como se señala al pie de la imagen, en esos años se creía que formaban parte de los restos de Saepta Iulia (o Septa Julia).

Históricamente hablando, estos sótanos sí parecen corresponder a un espacio de la época bíblica, ubicados bajo un gran pórtico en ruinas del siglo I, en donde está la actual iglesia. Había un edificio romano paralelo a la Vía Flaminia y que podría ser el origen de estos sótanos, en el terreno adyacente al que ocupará en la misma manzana el pomposo Palacio Doria Pamphili, del siglo XVI. No obstante, hubo un largo tiempo en que se creía que este sector de la ciudad y sus pórticos formaron parte del complejo Saepta Iulia (como se desprende de la cita de Ferreiroa que hemos reproducido), hasta que la ubicación de este último lugar se precisó -recién en el siglo XX- por el sector de cuadras vecinas a las ocupan la Plaza de la Rotonda del Panteón y la Plaza de la Minerva.

También se sabe que en la explanada del gran pórtico donde estaban aquellas ruinas, en lo que podría ser su atrio, se instaló una feria comercial o pequeño mercado hacia el siglo V. El Papa Sergio I hizo instalar allí una diaconía, hacia fines del siglo VII, pudiendo haber formado parte del monasterio estas dependencias subterráneas y ambientes que se creen habían sido ocupados ya en el siglo anterior. La presencia de frescos de entre los siglos VI y IX pero con intervenciones sucesivas, y la antigüedad medieval de varias otras piezas dentro de las galerías, demuestran la importancia que tenía desde temprano el lugar del subsuelo para los cristianos. Al contrario de lo que pudiese creerse, sin embargo, los pisos de mármol de la cripta son posteriores, ejecutados por escuelas cosmatescas que deben datar de los siglos XII y XIII.

La construcción de la iglesia sobre la misma galería comienza en el año 1049, siendo transferido el monasterio que allí funcionaba. Se conservó la cripta, pero muchos de sus más antiguos frescos, probablemente la mayoría, fueron destruidos en estos cambios. De las obras encargadas por Inocencio VIII en 1491 y prolongadas hasta 1506 para reconstruir la iglesia, resulta el templo de Santa María en Vía Lata, reconstruido en el siglo XVIII a causa de su mal estado y de los constantes ataques de las aguas del río Tévere.

En 1594, se realizó un relleno de gran parte del lugar subterráneo, quedando algunos de sus tesoros escondidos hasta inicios del siglo XX. Como peregrinos y feligreses seguían llegando devotamente al lugar, en 1661 el Papa Alejandro VII repuso el culto de la cripta y reconoció la devoción de los fieles por el mismo, formalizando su valor como lugar sagrado de la fe católica y ordenando mejorar la iglesia. Para estos efectos, desde 1658 a 1662, el arquitecto y artista Pietro Berrettini da Cortona se encargó de construir el monumental atrio del templo y su espléndida fachada. Y como las salidas de madre del Tévere también afectaron a las criptas, el equipo de expertos remodeló y reparó aquellos espacios del subsuelo, dándoles más o menos el aspecto definitivo que persiste hasta ahora, al construirle las dos entradas laterales que están en el atrio del edificio eclesiástico. Una de ellas es la que permanece abierta hasta ahora para las visitas del público pero, según nuestra impresión, en el pasado los peregrinos entraban por una de ellas y salían ordenadamente por la otra.

En estas obras dirigidas por Cortona, además, se mejoró la decoración interior de la cripta: se agregó un relieve de mármol en una de las principales habitaciones, con las imágenes de San Pablo, San Pedro, San Marcial (representado más tenuemente de fondo, junto a un toro) y San Lucas, esculpidas por Cósimo Fancelli y quizás otros colaboradores de Cortona. En la habitación adyacente destaca también un fresco con la Virgen con el Niño en el trono celestial, acompañada de San Pedro y San Pablo. La intervención de Cortona también reparó y levantó otra vez una columna de mármol en la que se supone que San Pablo era dejado atado por sus carceleros, según se creía en tradiciones de la Edad Media.

Cuando entre 1904 y 1905 se retiraba el señalado relleno de pisos y muros ejecutado a fines del siglo VI, se descubrieron varios otros frescos religiosos y otros artefactos, como un simple altarcillo cúbico que hoy está a la vista de los visitantes. Estos trabajos de recuperación fueron dirigidos por el Canónigo Luis Cavazzi, en un esfuerzo por encontrar pruebas concretas sobre el presidio de San Pablo en este lugar. El resultado fue positivo al haberse hallado, entre otras cosas, dichas pinturas de los siglos VI y VIII, quedando demostrado también que toda esta capilla subterránea debió estar completamente cubierta de frescos en su mejor momento.

Sin embargo, las pinturas murales ya no están allí: en 1960 el Consejo Superior de Antigüedades y Bellas Artes dispuso que la mayoría de estos frescos fueran retirados, para evitar que continuara su deterioro y exposición a la corrosión ambiental. Serían trasladados así hasta el Museo de la Cripta Balbi de la Via delle Botteghe Oscure, donde aún se encuentran luego de ser restaurados por el Instituto Central de Restauración de Roma. El lugar que ocupaban estas pinturas en la cripta está hoy con paneles impresos en los que se reproducen a tamaño natural los frescos. Sin embargo, aún hay algunas obras murales originales dentro de la cripta: varios de los cuidadosos desprendimientos del material para sacar los frescos, reveló que bajo ellos se encontraban sustratos con pinturas aún más antiguas, y algunos debieron ser dejados en su lugar para evitar mayores deterioros con operaciones de retiro.

La cripta fue sometida a una restauración o mejoramiento completo hace algunos años, incluyendo sus escalinatas, escaños, piedras con inscripciones y piezas arqueológicas expuestas al interior, como el hermoso mármol de los santos. En la salita central, donde están los restos de la aparente columna donde era atado San Pablo, se observa hoy un pequeño fragmento del panel de piedra que antaño introducía en latín a los peregrinos que llegaban a la cripta, y que si bien es sólo una parte pequeña del mismo, su contenido ha sido completado gracias transcripciones como la hecha en nota de "Miscellanea filologica, critica ed antiquiara" de Carlo Fea, de 1790:

Esta tumba contiene los restos del noble Gregorio. Mientras que gozaba de plena salud, antes del trágico final, la construí para él, en donde descansa en paz para siempre. Esta plegaria derrama cuando eleves libaciones, aquí, él mismo construí en el tiempo del Papa León en el sexto año, la primera indicación.

Esta inscripción recuerda, pues, la presencia de la sepultura del noble Gregorio hacia mediados del siglo IX, en un sector ubicado por la parte trasera de la ábside de la antigua iglesia y la diaconía. Está acompañado por la base y un capitel de columna de la antigua iglesia, a sus lados, y de una vitrina alta con objetos antiguos como cántaros, piezas de porcelana y envases más modernos, todos artículos fueron encontrados el año 2010 durante una limpieza del pozo de agua que allí en ese espacio se halla también y que, desde entonces, es iluminado interiormente por una lámpara. Se ha establecido que tales evases datan de entre los siglos XVI y XIX, seguramente caídos por accidente al pozo cuya profundidad real y fuente de sus aguas nunca ha podido ser precisada, abonando al mito de que brotó milagrosamente allí dentro y que era usada por San Pablo para extender el bautismo.

En la misma vitrina y acompañado a los objetos hallados en la inspección del pozo, está una cadena que se cree era la usada para atar al preso a la señalada columna del cautiverio, ya que en ella se han encontrado huellas de su óxido. Alguien grabó sobre su superficie de piedra una cruz y la frase en latín con la pertinente sentencia bíblica: "VERBUM DEI NON EST ALLIGATUM", que puede traducirse como "La Palabra de Dios no está encadenada". Esta columna está contra un muro frente a esta misma habitación, montada en un plinto y con un cántaro sobre su capitel.

Una gran parte del subterráneo de la Iglesia de Santa María in Vía Lata permanece sin accesos y sin exploraciones, justo en el área bajo el atrio que da hacia la Vía del Corso, haciendo más sabrosos e intrigantes los misterios en torno a la cripta de San Pablo y reservando futuros descubrimientos para deleite de arqueólogos, historiadores o los que sólo somos turistas intrusos con frustración de tales.

GALERÍA DE IMÁGENES:

Entrada a la cripta de la iglesia, lugar del cautiverio de San Pablo.

Escaleras de descenso al subterráneo.

Escaleras y acceso a cuartos.

Reproducción del fresco original que iba sobre el arco, en la medialuna.

Escalera de descenso al nivel inferior.

Acceso al pabellón posterior de las galerías.

San Pablo, San Pedro, San Marcial y San Lucas.

Relieve escultórico de los santos y altar de roca.

Sala del fresco de la Virgen y el Niño.

Reproducción del fresco original de la Virgen y el Niño.

Vista de la sala del fresco y la fuente central.

Sala del relieve de los santos.

Altarcillo recuperado en las labores de despejado de las galerías.

Columna donde fue encadenado del prisionero.

Cuarto de la galería donde se encuentran los fragmentos de columnas del antiguo templo y la vitrina con los objetos rescatados del pozo de agua.

Fragmento de la inscripción homenaje al "noble Gregorio".

Fragmento de la inscripción homenaje al "noble Gregorio".

Capitel de mármol, columna templo antiguo.

Vista de la sala de la columna y el pozo.

Pozo de agua y concavidad del muro adyacente.

Vista del interior del pozo.

Vitrina con cadena y objetos recuperados del pozo.

Otro sector con relieve de santos y reproducción de los frescos.

Estructuras de etapas más antiguas de la cripta.

Acceso rústico a un cuarto adyacente.

Vista interior de la antigua habitación.

Pasillo de la galería entre algunos de los niveles más viejos.

Decoración y plato fijo como receptáculo mural.

Intermedio entre las salas principales, con escalones.

Detalle de los muros del nivel interior.

Uno de los frescos vestigiales más antiguos.

Vista de la sala an final del acceso principal.

Pasillo entre muros y piedras con inscripciones.

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