LA BASÍLICA DE SANT'AMBROGIO E CARLO AL CORSO: CUATRO CENTURIAS DE IMPONENTE BARROCO EN ROMA

 

Fachada del templo y de las dependencias, hacia fines del siglo XVII.

Coordenadas:  41°54'19.34"N 12°28'40.43"E

Conocida más popularmente como el templo de San Carlo al Corso (San Carlos en el Corso), su magnífica fachada de yergue altiva en la famosa Vía del Corso de Roma, con  su crucero dando forma también a las calles laterales Via della Tribuna di San Carlo y Vicolo del Grotinno, mientras que su hermoso ábside se levanta en Via di Ripetta formando parte del entorno de la Piazza Augusto Imperatore y del gran mausoleo del soberano. Los edificios del claustro de la Archicofradía de Lombardos a la que pertenece este complejo, están a los costados y con pequeños patios interiores que han quedado prácticamente escondidos entre las edificaciones. Un pequeño corredor conecta interiormente estas dependencias más sencillas con el templo reluciente de magníficos estucos, mármoles, oropeles, su órgano de tubos y el vía crucis en relieves de bronces y policromados decorativos.

La historia específica del perfecto actual edificio, tan cargado del estilo barroco religioso italiano, comienza en 1610 y con una idea concebida apenas se completa exitosamente el proceso canónico del arzobispo y gran benefactor milanés San Carlos Borromeo de Borgianni (1538-1584), el 1° de noviembre de ese año, por el papa Paulo IV, acontecimiento sucedido sólo dos días antes del aniversario de su muerte acaecida a consecuencia de sus fatigantes trabajos de servicio a la comunidad. Poco después, el cardenal Federico Borromeo de Milano donaría un relicario con el corazón del santo que había sido su primo, pieza que es atesorada dentro de la iglesia como una de las más valiosas.

La Iglesia Católica decide construir un gran templo en su honor y para funcionar como nueva sede de la Archicofradía de Lombardos, para entonces sólo con estatus de Confraternidad, fundada en 1471 en Roma. Es aquí donde es necesario escarbar en los antecedentes, pues los lombardos que habían llegado a la capital tuvieron como sede anterior un pequeño templo adyacente al de la actual basílica, llamado Iglesia de San Nicolás de Tufis (o Tofo), ubicado en un solar del antiguo sector urbano de Campo Marzio. Los mismos religiosos habían adquirido un terreno vecino en 1513, y decidieron ampliar sus dependencias construyendo allí una iglesia dedicada a San Ambrosio de Milano, mártir del siglo V y patrono de los apicultores, extractores de cera y fabricantes de velas y cirios.

El nuevo proyecto fue trazado para toda esta propiedad lombarda gracias a una donación de la liga milanesa del Cardenal Alessandro Omodeis, tras la canonización de San Carlos y buscando homenajear a ambos santos de Milano. La tarea fue asumida por el Cardenal Paolo Emilio Sfondrato, encargándole los trabajos al reputado arquitecto Onorio Longhi.

Vista de la imponente fachada, desde la Vía del Corso.

Vista del ábside de la basílica, por el lado de la Piazza Augusto Imperatore. Se alcanza a observar la enorme estatua de San Carlo.

La primera piedra de las obras se coloca el 29 de enero de 1612, mismo año en que la confraternidad lombarda es elevada al rango de Archicofradía por Paulo V. El gran templo proyectado consta de una planta que tomaría forma de cruz latina con nave central y dos menores laterales, extendiéndose las faenas por largo tiempo más, al punto de que el arquitecto Longhi fue alcanzado por la muerte a fines de 1619, debiendo seguir en la dirección del proyecto su hijo Martino, conocido como "Il Giovane" ("El Joven"). Asume después Pietro da Cortona, a quien se debe el diseño del estupendo ábside, gran parte de la decoración interior y la cúpula que construyó en 1668 inspirándose en las que tienen otros templos italianos como el de San Lucas y el de Santa Martina. Varios otros arquitectos pasarán por la dirección de la obra gruesa siguiendo los planos de Cortona, hasta su conclusión en 1669 por Tommaso Zanoli.

Un dato curioso es que la fachada final del edificio había sido encargada en este período al influyente arquitecto Carlo Rainaldi, pero por alguna razón no fue del gusto del Cardenal Luigi Alessandro Omodei, quien hizo su propio proyecto para todo el simétrico frontispicio del templo con sus grandes pilastras, capiteles de motivos orgánicos y proporciones de monumentalidad, demandante obra terminada completamente en 1684, después de puesto en servicios ya el edificio. En lo alto de ella, antes de su frontón y sus cornisas, se puede leer la inscripción con dedicatoria en latín: "DIVIS AMBROSIO ET CARLO DICATVM".

Los frescos murales y el alto cielo abovedado de la nave mayor fueron trabajados entre 1671 y 1679 por el artista Giacinto Brandi, quien plasmó allí la dramática gran escena de "La caída de los ángeles rebeldes" asistido por su alumno Lanfranco. Otras de sus obras son "Santos en gloria" en el brazo del transepto, "San Carlos libera Milano de la peste" en la concavidad interior del ábside, "San Carlo en gloria" en el presbiterio, "Eterno en gloria" en la Linterna y "Profetas" en los sostenes de la cúpula. Sin embargo, parte de su obra pictórica dentro del edificio debió ser continuada por Paolo Brozzi, quien también pintaría algunos de los falsos estucados artísticos de la nave, el domo central y el pasillo trasero o deambulatorio.

Acercamiento a la fachada del templo y sus accesos.

El acceso central del templo y su gradería de escalones.

La misma técnica del fresco usada por Brandi fue la que se empleó en las obras de "La Justicia" y "La Paz" de Girolamo Troppa, y en "La alegoría de la fé" de Luigi Garzi, hacia 1680. Pasquale de Rossi hará lo suyo con la obra "Cristo en el jardín". "La predica de San Barnabá" fue hecha por Pier Francesco Mola en 1642, "Verdad, esperanza y tiempo" por Pio Paolini y "La Caridad" por Francesco Rosa, ambas hacia 1680. Hacia el año 1685, el pintor Carlo Maratta plasma la enorme obra del altar conocida como "Gloria de los Santos Ambrosio y Carlos", donde se los ve con la Virgen y Jesús dominando el fondo de este espacio y dando acogida a ambos hombres santos. A un costado de este altar, en la columna izquierda puede observarse un relicario de óleos santos que pertenecía originalmente al templo de San Nicolás de Tufis de fines del siglo XV, el mismo que -como dijimos- estuvo ubicado al lado de la actual basílica, terminando de ser demolido en 1682.

Otras intervenciones pictóricas son atribuidas a Giovan Battista Boncori y a Fabbrizio Chiari. Los hermanos escultores Giacomo Antonio y Carlo Fancelli, en cambio, se dedicaron a la decoración en estuco del arco principal, el transepto y la tribuna, mientras que su colega Francesco Cavallini se hizo cargo de las estatuas de los santos y los nichos entre columnas, en el período 1677 a 1687, y Jacob Cornelisz Cobaert ejecutó la titulada "La deposición".

Ya en el período de 1723-1725, el altar mayor fue alhajado y amoblado con piezas de bronce, obra de decoración y mejoramiento que fue dirigida por el Cardenal Bernardino Scotti.  Hacia el lado izquierdo del transepto, además, había quedado habilitada una capilla con altar y oratorio para San Ambrosio. El lienzo de Maratta mostrando a los santos entre ángeles y con la divina acogida, por su parte, debió ser restaurado en 1831 por Vincenzo Camuccini.

Vista de la nave central, desde el acceso hacia el Altar Mayor.

Vista desde la tribuna y el altar hacia el acceso central.

Un sector especial fue habilitado tempranamente en el área posterior, atrás del altar y por el interior del ábside. Corresponde a un pasillo semicircular o deambulatorio en donde están, entre otras admirables piezas, el altar con el mencionado corazón de San Carlos Borromeo (que llegó a la iglesia en 1614) en una suerte de capilla y oratorio propio, además de una sección de paneles informativos con la historia del templo y datos sobre su arquitectura. Por el lado exterior, en la explanada que se extiende hacia la Piazza Augusto Imperatore, dos enormes estatuas de mármol rinden homenaje a los santos consagrados de este templo, tan grandes y majestuosas que merecerían un capítulo propio si se quisiera hablar de ellas.

Junto con los templos de San Carlo ai Catinari y San Carlo alle Quattro Fontane, la Basílica de San Carlo al Corso forma parte de los tres principales edificios religiosos dedicados a este santo milanés en Roma. Sus capillas de los altares menores laterales son relucientes espacios de arte religioso y devoción popular romana, destacando entre ellos, además del ya mencionado de San Ambrosio en el transepto, el Altar de la Crucifixión con el fresco "La Vigilancia" del artista Paolo Albertoni, y el de la Virgen María denominado Maria Auxilium Christianorum, con una imagen mariana del siglo XIX donada por San Vicente Pallotti. Están también allí el altar-monumento mortuorio de Federico Borromeo, la Capilla de la Sagrada Familia y la Capilla del Redentor con los santos Ambrosio y Carlos.

Un espacio de especial interés para los visitantes y fieles es la Capilla del San Olaf (Olav u Olafo), inaugurada por el Cardenal Lucido Maria Parocchi en 1893, para honores del soberano noruego convertido al cristianismo y muerto en batalla de Stiklestad en 1030. Destaca en ella el imponente cuadro del pintor polaco Pius Weloński con un retrato del Rey Olaf alegorizando su conversión a la fe de Cristo y dando muerte a un dragón al estilo victoria de San Miguel sobre el demonio. Este lugar tiene un enorme valor histórico y religioso por sí mismo, así que para extenderse más en él correspondería hacerlo también a un artículo propio más que a un espacio en éste.

Interior del templo, desde el centro de la nave central hacia el fondo lateral.

Capilla de la Inmaculada Concepción, a la derecha del transepto, hecha en 1769.

En 1906, el templo y sus dependencias interiores en la cuadra pasaron a manos de los sacerdotes del Instituto de la Caridad, siéndole reconocida la calidad de basílica menor por el Papa Pío XI, el 21 de diciembre 1929. Ese mismo año, el arquitecto Cesare Bazzani había terminado la Capilla del Santísimo Sacramento ubicada a la izquierda del transepto y de la tribuna, como parte de las obras para el jubileo sacerdotal de Pío XI. Importantes figuras de la Iglesia se han graduado de obispos en esta iglesia, como Angelo Giuseppe Roncalli en 1925 y Clemente Riva en  1975, este último ex rector de la casa.

Importantes labores de restauración del edificio comenzaron hacia el año 1987. El interior de la iglesia se encontraba muy deteriorado y oscurecido a la sazón, por lo que se realizaron también mejoramientos en 2001, intervención a la que pertenecen las pinturas de muros y columnas con vetas horizontales en blancos y grises que ahora se observan. Al concluirse las obras de restauración en 2002, un pequeño fragmento de columna ubicado al lado derecho del altar, por la nave lateral, fue dejado sin intervención para mostrar el opaco y sombrío color marrón que tenía esta estructura antes de ser intervenida.

Más de 400 años de esplendor barroco siguen asombrando, por todas estas características, a los visitantes de la Via del Corso y de la Piazza Augusto Imperatore, convirtiendo a la Basílica de los Santos Ambrosio y Carlos en uno de los más grandes atractivos históricos de una Roma rebosante, precisamente, de monumentos y bellezas culturales.

Otra vista de la nave central en toda su majestuosidad.

Fresco de la Caída de los Ángeles Rebeldes, en el cielo abovedado.

Capilla y ostensorio con la reliquia del Corazón de San Carlo Borromeo.

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